Personas con discapacidad viven aisladas con y sin coronavirus Covid-19


Mujer en silla de ruedas.

Foto: BigStock

Hoy se hace más visible el hecho de ver cómo personas con discapacidad viven aisladas con y sin coronavirus Covid-19. Para una gran mayoría de personas con discapacidad vivir aisladas o en confinamiento es un estado de alarma más que conocido.

Actualmente vivimos en un momento donde las restricciones limitan nuestra libertad y posibilidad de movimiento, equipos de profesionales y familias se están viendo obligadas (como medida preventiva de protección ante el coronavirus) a tener medidas de distanciamiento, limitaciones de contacto, situaciones de aislamiento y limitación del movimiento.

Esta situación ya existía antes de la aparición de la pandemia para un grupo importante de personas con discapacidad. En la época pre-Covid-19, muchas de las personas con discapacidad ya conocían lo que es vivir limitados, aislados o en confinamiento, esto debido a una cantidad de factores que afectan directamente a la autonomía, el libre tránsito y una mejor calidad de vida para este grupo de personas.

Una de las principales razones que ha hecho que las personas con discapacidad se sientan limitadas, confinadas o aisladas, es la falta de accesibilidad y de recursos dispuestos que permitan realizar ajustes razonables que beneficien a esta comunidad, con la finalidad de hacer frente a las distintas barreras que hasta hoy, siguen siendo una limitante para su pleno desarrollo.

¿Por qué la personas con discapacidad vive aisladas con y sin coronavirus Covid-19?

Es preocupante reconocer que las personas con discapacidad viven aisladas con y sin coronavirus Covid-19. Unos de los factores limitantes que destacan y que aún reinan sin aparente solución, es la escasa accesibilidad existente en la infraestructura y arquitectura habitacional, así como la inmensa burocracia que ronda en la adjudicación de presupuesto para diversos ajustes razonables.

Esta situación hace que día a día, un importante grupo de personas de la sociedad se vean privadas de libertad.

Para dar un ejemplo, se puede tomar como referencia la página web del Real Patronato sobre Discapacidad, en donde se publica el estudio de la Fundación Mutua de Propietarios: “La accesibilidad de las viviendas en España”, en el que se evidencia que sólo un 0,6% de las viviendas en España resultan plenamente accesibles.

El 63% presenta obstáculos entre la calle y el portal (escalones y rampas defectuosas). En lo que se refiere al portero automático, la accesibilidad universal se sitúa en un 9%; el 14% de las viviendas no cuentan con esta tecnología; el 32% de los aparatos instalados no son accesibles para personas en silla de ruedas; y sólo el 29% son videoporteros.

Además, casi un 25% de las personas encuestadas encuentran dificultades para usar la puerta de entrada al edificio y el 66% de los portales impiden el uso de los buzones en silla de ruedas.

Por lo que se refiere a los espacios entre la puerta del edificio y la vivienda, un 22% de los edificios carecen todavía de ascensor, dispositivo donde los botones en braille están extendidos (63% de los casos), pero no así los avisos acústicos (15%).

En cuanto a garajes y zonas comunes (patio, jardín, piscina) sólo son accesibles en el 18% y el 54% de los casos, respectivamente. Concluyendo de esta forma que la normativa actual en materia de accesibilidad en la vivienda, apenas se cumple.

¡Doble aislamiento! Personas con discapacidad viven aisladas con y sin coronavirus Covid-19

Tomando en cuenta lo anterior y viendo el panorama actual, el cual involucra la aparición del coronavirus Covid-19, deja a la vista la doble vulnerabilidad a la que está siendo expuesta la comunidad con discapacidad.

La mala gestión de acciones pasadas, la carencia de buenas políticas públicas y el manejo casi por inercia de una pandemia, amenaza drásticamente a este grupo de personas que se encuentra de manos atadas ante la falta de resolución de los problemas que vienen del pasado, que se unen con los del presente y que nos hacen preguntarnos si serán manejados de mejor forma, en un futuro cercano.

¿Cómo llevan las personas con discapacidad el aislamiento causado por el Covid-19?

Las personas con discapacidad se caracterizan por afrontar con determinación y lucha el hecho de vivir con una condición “limitante”, gracias al entorno inaccesible y excluyente que existe.

Hoy deben sumar a su realidad el hecho de acatar con actitud (digna de un guión de súper héroe) las distinta medidas de restricción que hacen frente a la pandemia Covid-19; convirtiendo su situación en una tormenta perfecta que las deja expuestas a serios desequilibrios emocionales, estados de ansiedad, depresión, estrés, vulnerabilidad, desmejoras y recortes debido a la paralización o inexistentes recursos que son necesarios para garantizarles una mejor calidad de vida.

Apartando el ilógico aislamiento pre-Covid-19 impuesto por la falta de accesibilidad universal, debemos tener presente que el actual aislamiento incluye la paralización de distintos programas asistenciales que dan importante solución a varias necesidades diarias de las personas con discapacidad.

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Algunos de estos programas se han cancelado y otros se prestan de manera digital o telemática, con ciertas limitaciones. Por ejemplo, la asistencia en domicilios, fisioterapia, atención temprana o actividades socio-educativas.

Debido a esto se destaca como un hecho muy preocupante, la dura realidad de las personas con discapacidad que viven solas, ya que además de lo antes expuesto, se le suma el hecho de que la estructura de apoyo, compuesta por entes y asociaciones, aún se ve con muchas limitaciones.

Esta última situación puede catalogarse como uno de los problemas de mayor preocupación, ya que el poder contar con un asistente personal o encontrarse con una cobertura insuficiente en el servicio de atención domiciliaria, deja prácticamente desprotegido a este segmento de la población.

¡Lo que debemos aprender!

A partir de ahora, es necesario interpretar el aislamiento haciendo un análisis previo a las distintas realidades y necesidades que pueda tener la población, sobre todo, los grupos más vulnerables. Esto llevará a identificar con mayor facilidad las adaptaciones necesarias para minimizar cualquier impacto negativo.

En el caso específico del confinamiento o aislamiento de las personas con discapacidad, se debe prestar especial atención al hecho de conocer a fondo el impacto del mismo, el contexto, el espacio que disponen, las barreras a las que se enfrenta, el recursos humanos y materiales con los que cuentan; todo esto y más, con la finalidad de plantear soluciones y acciones que se centren en las personas, respetando sus derechos, proporcionándole información y recursos que contribuyan a su bienestar emocional y físico.

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En conclusión, es fundamental que tengamos la información necesaria y los medios dispuestos para saber cómo llevar a cabo todas medidas necesarias para minimizar un impacto social negativo; de tal forma que todos podamos proteger con mayor efectividad, los derechos humanos de las personas con discapacidad, así como a sus familiares y a los profesionales que los apoyan.

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